lunes, 31 de agosto de 2009

Prometo no coleccionar

Parece, y tiene visos la apariencia de ser real, que estamos a punto de volver a septiembre. Un nuevo septiembre que también es un mismo septiembre. Porque septiembre viene a ser también un lugar físico al que a veces nos vemos subidos, impulsados, invitados. Entro yo a este lugar un día antes de que el calendario me dé el último aviso y vuelvo a decir que llegue septiembre si ha de llegar. Prometo no coleccionar nada ni aprender idiomas ni dejar de fumar, prometo no creerme capaz de ninguna enmienda porque no anda por ahí el tratamiento que uno necesita. Venga septiembre y el nuevo curso, vengan esos alumnos a alentar el vaivén, vengan esos vientos a acostumbrarnos al cambio de manga. Y quedémonos nosotros a ver pasar septiembre, a exprimir la ilusión de que algo de la vida consiste en una sucesión limitada de septiembres.
Os dejo con algunos que saben más y aquí no hay apariencia que valga:


miércoles, 19 de agosto de 2009

Escuela de idiomas


Tiene uno el frecuente atrevimiento, casi la costumbre, de ojear los muros y las paredes donde otros no menos atrevidos han dejado algunos aciertos pintados con spray. Por lo visto, los mejores textos o se me pasan de largo o mirando como miro no los veo, que de todo pasa, porque hay algunos que de tópicos -y ciertos- se caen a la acera más cercana para que los viandantes, casi vagabundos, los sigamos haciendo trizas. Pero el otro día el acierto no quedó para otros ojos porque uno de los autores andaba en ese momento conmigo y me animó a levantar la vista. Allí estaba ese dibujo tantas otras veces visto en alguna esquina de un papel arrugado o a los pies de algún "poemita" que quién sabe dónde andará. Allí estaba, en líneas repetidas, traduciendo no solo literalmente el texto que otro había escrito sino inventando su forma de decir lo mismo. Porque el segundo autor, el que me toca, sabe hacer eso para lo que no hay escuelas de idiomas. Él mismo sabe que aunque existieran se le pasaría, siempre, el plazo de matrícula.