viernes, 11 de septiembre de 2009

Paréntesis



Duermen algunos y otros pedalean nanas para que los primeros no tengan urgencias innecesarias que alteren el descanso breve de la siesta. Alguna incluso quisiera que el paréntesis fuera más largo, acaso eterno, eterno mientras dure quiero decir. Y yo sigo con un deshollino que, como cualquiera puede imaginar, siempre es una tarea incompleta; vamos que si se pudiera completar ya no quedaría deshollino posible y por lo tanto demasiado a la vista quedaría la tragedia. Queda poco para que acabe la etapa y, compitiendo como estamos, no todos tenemos la victoria al alcance. Tal vez es esa competición velada, sólo a veces evidente, la que se sitúa en el núcleo de este pequeño drama que en ocasiones somos capaces de celebrar.

martes, 1 de septiembre de 2009

En minúscula


Basta con querer cambiar algo el tono y contratono de la escritura para que en cada ocasión suene lo escrito de una manera similar. Al menos esa es la sensación que tengo cuando me dispongo a contar lo poco que se puede leer aquí y lo poco que va quedando en otros lugares. De sobra sé que de tanto parecerse lo escrito a veces parece ser lo mismo, y acaso lo sea. Es fácil comprobarlo, pero no se molesten, es sólo un deseo de esos que algunos quieren clasificar de secundarios y poco perturbadores.
El caso es que sin venir a cuento con lo acabas de leer te cuento, me cuento quiero decir (ando siempre liado en saber a quién me dirijo), que vuelve a cambiar lo que ya venía cambiando en relación a cuál va ser mi pequeño papel en el principio de curso en el que a medias andamos metidos. Gira hoy en un sentido lo que ayer giró en otro -no todo son subplanetas obedientes en este que nos aloja-, y, por caprichosa concordancia de azar y justicia (lee siempre en minúscula), me veo donde me vi, quiero decir donde quería verme y donde tal vez por un exceso de subjetividad saludable más de uno quiso y quiere verme. Ahí va mi gratitud.