jueves, 22 de octubre de 2009

La misma melodía


Suenan las mismas melodías, o los mismos ruidos, en la televisión que sigue encendida. Parece que por sí misma no se va a apagar, que no caen los inventores ni fabricantes en dotarla de un sensor que capte la indiferencia -la muerte- del televidente. Cuentan con el poder de la “inercia comportamental”, de la que hablaba un tal Rivera en un libro sobre filosofía y cine. Y mientras tanto la repetición continúa hasta convertirse en pagana letanía, en moderno culto con su propio altar doméstico y poco modesto. El caso es que, como casi siempre, caben mínimos actos de rebeldía que van desde el cambio de canal hasta la eliminación, sólo física, del aparato. Ya está metida en el alma, no se olviden de eso. En medio de estos dos extremos queda el atrevimiento de apagar, de dar la espalda o de seleccionar lo que de valioso (curioso término este) se pueda encontrar. También ponerse a escribir lo que ahora se lee, que tiene su origen en el hartazgo del telediario, la masacre de la publicidad y la candidez del documental. O dormir la siesta, que para eso son algo menos de las cuatro de la tarde; pero quizá la pereza no dé hoy para tanto. Vuelvo para desparecer, como bien sabe el único lector que ha tenido este blog durante el último mes y que seguro se encontró al azar con este fácilmente calificable lugar. Nadie me manda repetirme como la televisión y si lo hago es a veces porque quiero y otras porque tengo, todavía voluntariamente, que respirar. No lo hago sobre el editor de texto de blogspot, sino sobre un documento casi en blanco de una versión lenta de openoffice, de manera que ignoro cuándo fue la última vez que me dejé caer por aquí y cuál era el sinsentido de la huella. Aquí dejo otra, tal vez similar a las anteriores y parecida a las que puedan venir. No hay crítica, al menos de ese tipo que uno ejerce sobre sí mismo, sólo un poco de experiencia unánime en las conclusiones.

Quiero decir que te “sorprendí” sabiendo de la existencia de este personal retiro. Sabía que llegarías a conocerlo pero me preguntaba cuándo lo harías. Si sigues leyendo, tú eliges si lo compartes conmigo. No te cansaré, como ves la frecuencia no alcanza la entrada mensual. De las salidas si puede que te canses y confío en que el entrenamiento acumulado te sirva de algo.


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