sábado, 26 de diciembre de 2009

Doy fe


No asusta menos el papel en blanco durante un día de final de año que durante uno encontrado cuando el año comienza. Y no suele ajustar uno cuentas después del veinticinco de ningún mes que no sea diciembre. A lo mejor algún que otro maestro, por eso de que el año para ellos se llama curso y tiene tres meses menos. Quería decir ajustar cuentas con uno mismo pero siempre con la mirada puesta en los demás, que vienen a ser los que, a pesar del despiste, nos van a informar de por dónde andamos y la gravedad de nuestra segura cojera. El caso es que el 2009 ha sido, sea el color del cristal el que sea, una mierda y una bendición, y tal vez los motivos de ambas cosas vengan a ser los mismos. Ahora, mientras el año se centrifuga tras el enjabonado y el enjuague, tampoco va a ser cuestión de ponerse exigente con las arrugas de lo que salga del tambor de los días pasados, pero darse cuenta de algunas cuestiones importantes antes de que entre el siguiente puede que no esté de más. No ha sido el que acaba mi año de ingenuidad, no estaba esa bola en el bombo de mi sorteo. La herida principal, mía claro, sigue abierta y que duela menos no me hace creer nada que tenga que ver con la curación definitiva. Una cosa es que no sangre y otra que pueda arañar la cicatriz sin mover pestaña alguna. Basten como esenciales lenitivos que tú, que a veces me lees, sigas durmiendo en mi sofá, que dos incólumes y jóvenes espíritus ronden mi casa y que uno que escribe y canta me aplique sin saberlo algún tipo de narcótico relacionado con el vinagre y las rosas. Lo demás han sido días que sin ser todavía historia no van a volver a ser contados. Eso también alivia. Yo no me quejo de estar vivo y tampoco lamento que un día no lo esté. En 2009, como durante todos los días que han pasado desde 2002, alterné vida con muerte y ambas tuvieron la oportunidad de hacerse entender muy bien. Doy hoy fe de que lo hicieron.




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2 comentarios:

Manuel Alejandro dijo...

Bueno de todo lo negativo se puede sacar algo positivo, y las heridas a veces se convierten en sonrisas futuras... hay un verso que dice: no hay más dulzura que el que sufre y luego cura su dolor.

Te dejo mi voto compañero de ranking, suerte : )

Anónimo dijo...

"Quiero decir que te “sorprendí” sabiendo de la existencia de este personal retiro. Sabía que llegarías a conocerlo pero me preguntaba cuándo lo harías. Si sigues leyendo, tú eliges si lo compartes conmigo. No te cansaré, como ves la frecuencia no alcanza la entrada mensual. De las salidas si puede que te canses y confío en que el entrenamiento acumulado te sirva de algo"

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