miércoles, 28 de enero de 2009

De relecturas

Sin ser tan mayor, y sin ninguna intención de serlo, como quienes dicen que el resto del tiempo de vida consciente lo pasarían releyendo los libros que acabaron por hacerles ser lo que son -quiero decir colaborando en la tarea-, recibo con ilusión ciertamente temerosa la recaída en mis manos de Cuaderno Amarillo. No todo es el azar irresponsable, o al menos no un único azar. El caso es que ahí estaba, compartiendo pequeño estante con otros verticales atrevimientos escritos. Lo he cogido con permiso, excusando la osadía, como quien se sabe presa de una pregunta inevitable, de una bala de carga desconocida. Lo leí en 2002, en ese verano donde empieza parte de esta historia poco modesta que soy yo. Léanlo, sacúdanse, pónganse en duda.

2 comentarios:

Tania Alegria dijo...

Estimado Miguel, actualizando mi lectura de tu página, en esta tarde de domingo, me detengo en el primer de los posts que leí para decirte que me encanta leerte. Que conste, compañero: me encanta leerte. Enhorabuena por tu don de Poeta, de Escritor y de Gente.
Con una venia me retiro y te dejo esta ternura mía que ya aprendió a ser tuya.
Te abrazo.

Miguel dijo...

Hola Tania. Déjame que te diga que todavía no creo que aparezca tu rostro como seguidora de este lugar de pocas palabras y menos intenciones. Tenerte ahí, siendo la autora de ese poema que tanto me conmovió y por el que te conocí, te conocimos, es de esas cosas que a uno le hacen gracia de inverosímiles que parecen. Déjame también que te vuelva a agradecer las visitas y los comentarios que de algún modo mantienen con vida este espacio.
Te envío un saludo afectuoso.
Miguel