Sentirán las repetidas arenas
los pies únicos de la palabra certera,
y un amarillo nuevo cercenará la noche
maquillada de fatigas indelebles.
Las alondras sin mar no te aullarán
derretidas en ausentes sombrajes,
y un blanco añejo celebrará la copa
rociada de luces y ambrosías.
No fraguará la lágrima en llanto,
no verá el sol otro sol deleitado
al albur de las huellas y los pasos.
Decantará el desierto a tu favor
la duda de las ausencias breves,
la rabia de las plegarias finales.
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